miércoles, 20 de marzo de 2019

El gran masturbador. - Dalí parte 2.

Cuadro: El gran masturbador - Salvador Dalí







El post anterior explicaba la trayectoria y las musas del señor Dalí.

Antes de nada, querría comentar la leyenda negra que gira en torno a este personaje
: se dice que Dalí, para poder encontrarse de la forma que deseaba con el mundo de sus sueños, no dormía correctamente (ni sanamente). Su rutina era la siguiente: con una cuchara o una llave en sus manos, se sentaba en su sofá. Cerraba sus ojos y comenzaba su breve descanso. Tan breve era que finalizaba cuando el objeto que sostenía caía al suelo, y en ese momento, se levantaba.

Era una persona tan deseosa de representar cada uno de sus sueños y pensamientos que directamente su cuerpo ni descansaba.

Como todo ser humano, Dalí tenía sus gustos, obsesiones, miedos, fantasías... que gracias al pensamiento paranoico-crítico y demás técnicas utilizadas por el mismo, florecían por medio del lienzo del arte.

Y es aquí cuando aparece lo que a mi me parece más curioso de Dalí: los análisis de sus cuadros.

El cuadro del post anterior es llamado La persistencia de la memoria, y en él se aprecia que Dalí tenía una gran preocupación con ese tema. (Y por su leyenda negra).

Ahora me gustaría centrarme exclusivamente en el cuadro de ''El gran masturbador'', para así poder hacer un análisis del mundo onírico al que Dalí nos transporta.

Es curioso que tras una primera visión del cuadro realmente no reconoces que lo compone, pero tras unos instantes de visión empieza a cobrar el sentido.

Su nombre lo indica todo, y principalmente es un cuadro de carácter onírico-sexual.

Aparecen varios sujetos, y solo uno posee la figura completa (zona izquierda, se aleja hacia el horizonte).

El resto, se podría considerar una realidad fragmentada, pero Dalí al sufrir la época de la Guerra Española tenía muy presentes los ''desmembramientos'' en sus cuadros.

En el centro del cuadro, encontramos una masa amarilla, con la forma de una cara. Es el mismo Dalí, quien tenía por costumbre pintarse durmiendo mientras se desarrollaban los sueños. Resalta sus pestañas, para hacernos entender que está durmiendo. También resalta en su silueta amarilla su nariz, ya que era uno de sus emblemas identificativos.

Esta brutal y a su vez comedida representación sexual, se marca más explicitamente con la mujer que nace de la cabeza de Dalí. La mujer es pintada realizando una felación a lo que sería un hombre, pero solo apreciamos su forma de cintura para abajo.

El sentido de esto es que Dalí era una persona a la que le gustaba bastante el tema de la lujuria y el sexo. Muchos incluso llegaron a afirmar que tenía un trauma. Otros han dudado de su orientación sexual.

Luego, debajo de su cabeza pintó una hormiga gigante: hace un guiño al cuadro de la persistencia de la memoria: en él hay un plato de hormigas. Las hormigas son la abstacción del tiempo.

Todo tiene un punto de unión, y es su cabeza. Todo sale de su cabeza, porque para él esos eran sus sueños.

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