miércoles, 20 de marzo de 2019

El Surrealismo y los flujos de realidades

El surrealismo y Dalí
La década de los 30 está marcada por el interés en las dobles imágenes y las ilusiones ópticas, una obsesión que no abandonará a Dalí a lo largo de su obra. En 1929 empieza a pintar su primera doble imagen
 El hombre invisible, 1929-32, para continuar con Durmiente caballo león invisible, 1930 o La imagen desaparece, c. 1938, por citar algunas obras de los años treinta.
El momento coincide con su entrada en el grupo surrealista, en el que ejercerá una gran influencia. El surrealismo, fundado por André Breton en 1924, es un movimiento de ideas, de creación artística y acción que propone el automatismo psíquico, una experiencia basada en el mundo de los sueños y del subconsciente, un mundo que asociamos con el psicoanálisis de Freud. El surrealismo también se ve influenciado por la física moderna, desarrollada en el decenio anterior, otro elemento clave de la pintura y la escritura del Dalí de los años treinta.
Los surrealistas sumergen a Dalí en del mundo de la física. La nueva realidad propuesta por la reciente teoría de la relatividad de Albert Einstein, seguida por las teorías de la física cuántica, les resultan extraordinarias. La nueva ciencia propone un mundo donde no existe el determinismo, donde las partículas pueden encontrarse en dos lugares al mismo tiempo, donde la identidad de los objetos se crea con el mismo acto de la observación. Son conceptos difíciles de entender pero abiertos a la imaginación. Son unas ideas tan estimulantes que se convertirán en un tema recurrente en el laboratorio de creación surrealista y, por lo tanto, de sus creaciones experimentales. Según Gavin Parkinson: "Dalí estaba fascinado por la teoría de la relatividad porque ofrecía la idea que la realidad no podía reducirse a un único flujo".

El mundo de los sueños

Sigmund Freud, es uno de los referentes culturales del pintor. Sus teorías aparecen ya en su época de formación: Dalí dispone de las interpretaciones y de la simbología propugnada por Freud y las incorpora en su iconografia. A partir de la interpretación de su propio consciente, Dalí plasma en sus pinturas temas como el complejo de Edipo, los deseos incestuosos, la perversión, el trauma del nacimiento, el instinto de muerte... En un primer momento, la obra del médico vienés le sirve para encontrar la solución a los conflictos que empiezan a obsesionarle -y que utiliza para conocerse a si mismo-, para ser más tarde la fuente de inspiración de las obras que le abrirán las puertas del movimiento surrealista.
Dalí visita a Sigmund Freud el 19 de julio de 1938 en Londres. Los tres personajes asisten a la visita y mientras James y Freud conversan, Dalí dibuja una serie de retratos del neurólogo, en los que compara su cráneo con un caracol. James lleva consigo la última obra que ha adquirido a Dalí, Metamorfosis de Narciso (1937), que motiva un agudo y ácido comentario de Freud: "... en la pintura de los maestros antiguos la tendencia es ir a buscar inmediatamente el inconsciente, mientras que en los cuadros surrealistas lo que se busca de manera inmediata es el consciente.
El método paranoico-crítico desarrollado por el pintor en estos años es, en gran parte, deudor del padre del psicoanálisis. A partir del concepto de paranoia, Dalí desarrolla su método que consiste en la extracción consciente de elementos que conforman el mundo interior del paranoico. Dalí lo materializa a través de la imagen doble, crea una representación, que sin transformar su apariencia externa, conforma una segunda imagen, de forma que el espectador al contemplarlas pueda discernir ambas. Así, la aplicación suprema del método paranoico-crítico nos ofrece objetos que se convierten en otros objetos, o imágenes que, observadas de nuevo, se convierten en otra imagen.
Dalí desarrolla el tema de las dobles imágenes o "imágenes invisibles" en el artículo "Camuflaje total para la guerra total", publicado en la revista Esquireen agosto de 1942. Allí expone: "El descubrimiento de las 'imágenes invisibles' se inscribía ciertamente en mi destino. A la edad de seis años, asombré a mis padres y a sus amigos por mi don, muy propio de los médium, de ver "las cosas de otra forma". Siempre he visto lo que los demás no veían; y lo que ellos veían, yo no lo veía (...) Tenía un espíritu paranoico. La paranoia se define como una ilusión sistemática de interpretación. Esta ilusión sistemática constituye, en un estado más o menos morboso, la base del fenómeno artístico, en general, y de mi genio mágico para transformar la realidad en particular".

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